“Mi opinión, pienso que no existe instrumento cuya melodía se parezca a la voz humana, tanto como aquella de las violas. Cantad junto a ella y lo escucharás con certeza”.

Martín Agrícola, 1529


Del mismo modo que el buen músico interpreta como si fuera suya la música histórica, ornamentando sus melodías o improvisando al bajo continuo, el constructor históricamente informado hace suya la viola da gamba, y no puede limitarse a la mera copia literal de modelos pasados: ni dos maderas serán nunca idénticas, ni lo es la mano del violero, ni la del músico que tañerá el instrumento. 


Imbuido del conocimiento de los métodos y los modelos históricos, manejando sus mismas herramientas y materiales, trato de encontrar mis caminos entre los de los artesanos de entonces, a veces siguiendo muy de cerca la senda ya pisada –los instrumentos conservados, que podemos tocar y medir–, a veces buscando mi propia vía, desde una rigurosa investigación del legado de las escuelas del pasado y la asunción de su lenguaje artístico. Subido a hombros de gigantes trato de mirar un poco más lejos en la búsqueda de una voz, para que otros la eleven con el aliento de sus afectos.

Pablo Fernández Romero, luthier, Sevilla, España

pablo fernandez romero

“Mi opinión, pienso que no existe instrumento cuya melodía se parezca a la voz humana, tanto como aquella de las violas. Cantad junto a ella y lo escucharás con certeza”.

Martín Agrícola, 1529


Del mismo modo que el buen músico interpreta como si fuera suya la música histórica, ornamentando sus melodías o improvisando al bajo continuo, el constructor históricamente informado hace suya la viola da gamba, y no puede limitarse a la mera copia literal de modelos pasados: ni dos maderas serán nunca idénticas, ni lo es la mano del violero, ni la del músico que tañerá el instrumento. 


Imbuido del conocimiento de los métodos y los modelos históricos, manejando sus mismas herramientas y materiales, trato de encontrar mis caminos entre los de los artesanos de entonces, a veces siguiendo muy de cerca la senda ya pisada –los instrumentos conservados, que podemos tocar y medir–, a veces buscando mi propia vía, desde una rigurosa investigación del legado de las escuelas del pasado y la asunción de su lenguaje artístico. Subido a hombros de gigantes trato de mirar un poco más lejos en la búsqueda de una voz, para que otros la eleven con el aliento de sus afectos.

Pablo Fernández Romero, lutier, Sevilla, España

pablo fernandez romero
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